Terror en el Yasuní y Territorio Huaoraní
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Los Ultimos Guerreros de la Selva
Consorcio para el
Derecho Socio-Ambiental
Vulnerabilidad Social y Riesgo
La invasión que ocurre desde hace varias décadas al territorio Huaoraní por parte de misioneros, empresas petroleas y madereras; y, por colonos, ha generado alteración en la generalmente apacible vida indígena. Por razones históricas concretas, los indígenas Huaoraní, han desarrollado una memoria histórica en la que los extraños son identificados como crueles asesinos. Esto tiene su origen en la brutal persecución que los europeos realizaron a los pueblos indígenas amazónicos entre los siglos XVI y XVIII; así como los crímenes que empresarios caucheros cometieron en contra de miles de indígenas esclavizados desde mediados del siglo XIX hasta inicios del XX. Este último episodio ha pasado a la historia como los “Crímenes del Putumayo”
El proceso de ataques constantes que periódicamente experimentaron los pueblos de la Amazonía, por parte de conquistadores europeos, condujo a los Huaoraní a rechazar sistemática y violentamente toda invasión a su territorio, incluso por parte de otros grupos indígenas, como son los Quichua, sus vecinos al sur de su territorio. Este rechazo a los extraños, se convirtió en parte de su identidad, de su cultura.
Con el desarrollo de los campos petroleros a partir de mediados de los años 1980s, las empresas petroleras promovieron una política de división de las comunidades indígenas Huaoraní, favoreciendo con regalos de herramientas, armas, comida y otros bienes, a algunos grupos, a fin de asegurar su fidelidad a las empresas.
Otras Masacres en el Territorio Huaoraní
Desde que en enero de 1956, cuando cinco misioneros norteamericanos del Instituto Lingüístico de Verano fueron alanceados por un clan Huaoraní a orillas del río
Curaray, en las cercanías de lo que hoy es la población indígena de Toñampari, varios hechos de sangre han ocurrido en el territorio indígena. Según la organización Llacta
(http://www.llacta.org/
notic/2006/not0430a.htm),
los enfrentamientos más conocidos, son los siguientes:
En 1971 muere el cocinero de la compañía Western. En el río Tivacuno. Los tagaeris se separan de los huao y renuncian al contacto con las empresas.
En 1977 fueron lanceados tres trabajadores de la CGG. En el río Shiripuno.
El primer enfrentamiento entre indígenas se produjo en 1981 en las riberas del río Tiputini. El jefe Taga lanceó al indígena Dagua Kichwua por colaborar con una petrolera. Dagua le disparó a Tagae. Ambos murieron.
En 1984 Alejandro Labaca e Inés Arango, dos religiosos capuchinos, mueren lanceados en la Amazonía. Ellos querían establecer un contacto directo con los Tag
aeris.
En 1987 mueren cuatro personas en el río Cuchiyacu, entre ellas dos tagaeris.
El 20 de marzo de 2002 tres madereros son lanceados. Un Tagaeri muere víctima de un disparo.
El 1.º de noviembre de 2002 chocan dos embarcaciones en el río. La una transportaba indígenas y la otra, a madereros. Muere Estela Omene y, como venganza, dos días después, los indígenas lancean a Serafín Sánchez y a su acompañante de la lancha.
En el mismo mes y año, dos indígenas kichwas son lanceados.
El 1.º de junio de 2003, nueve Huaoranis matan a 20 Taromenanes, los confundieron con Tagaeris.
Como resultado, las comunidades Huaoraní se fraccionaros y algunos clanes se tornaron favorables a la actividad petrolera y otras actividades que se realizan en el territorio indígena; mientras que otros clanes se han mantenido en el rechazo histórico a la presencia de extraños en sus tierras. Esta división de clanes a favor y en contra de las actividades de desarrollo, tiene un implícito potencial de enfrentamiento, lo cual está minando irremediablemente el tejido social del pueblo Huaoraní y conduciéndole a un colapso cultural que incluso podría ser físico. Uno de los enfrentamientos más graves, es el ocurrido en el año 2006, en una zona cercana al río Tigüino
El 26 de mayo del 2003, se informó de la ocurrencia de la masacre de un número indeterminado de miembros de un clan de la comunidad Huaoraní – Taromenane – Tagaeri. El clan victimado corresponde al de los indígenas no-contactados o de “aislamiento voluntario”, que viven en al área del río Tigüino. Se calcula que los muertos pueden ascender a 30, lo cual es un número muy elevado para una comunidad cuya población total se estima en poco más que cien miembros.
En forma oficial, solamente el día 2 de junio se realizó una diligencia judicial de reconocimiento del lugar de los hechos y levantamiento de los cadáveres, que permitió tener una mirada objetiva de lo allí ocurrido. Ese día, el entonces Agente Fiscal de Pastaza, Dr. Marco Vargas Zúñiga, sobrevoló el área en la que ocurrió la tragedia hasta ubicar su sitio exacto y descender para realizar la diligencia legal señalada. Esta pericia legal es relatada en la obra “Los Últimos Guerreros de la Selva”, co-autorada por el citado Agente Fiscal y publicada por la Casa de la Cultura de Pastaza (Ver: Vargas Zúñiga, Marco y Gálvez G., Marcelo, Emeeworani Piquenani, Omere Quewenani (Huaoraní). Los Últimos Guerreros de la Selva. Puyo: Casa de la Cultura de Pastaza. 2007).
Según la descripción del libro en referencia, al llegar a la escena del crimen, el Agente Fiscal y su comitiva, solamente encontraron restos en estado de descomposición de 12 cuerpos de hombres, mujeres y niños, todos ellos asesinados con saña. Algunas de las fotografías que aparecen en el libro referido, se reproducen aquí.