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En Pandora (Yasuní [1]), una luna del planeta Polythemis, ubicada entre el río Napo (Doroboro [2]) y el Curaray, habitan desde tiempos inmemoriales los indígenas Na´vi (Tagaeri y Taromenane [3]) seres del bosque, que se resisten al contacto con los extraños (cohuori [4]) y defienden el gran árbol de la vida (biodiversidad), frente a la neo conquista impulsada por extractivistas del siglo 21, liderados por el coronel Quaritch y las transnacionales (Selfridge), decididos a explotar el unobtainium (petróleo del ITT [5]). En su objetivo, no dudarán en utilizar las más modernas y bárbaras tecnologías y recursos de guerra, especialmente el engaño.
 
Selfridge, es el promotor de la transnacional que ha preparado desde hace tiempos los estudios técnicos y las estrategias para la explotación de la enorme riqueza del subsuelo de Pandora. Sin embargo este objetivo se lo maneja camuflado en el “Proyecto Avatar”. Para ello se utilizará a militares, científicos y a grupos de élite de tecnócratas. Jake Sulli, un parapléjico ex marino, es seleccionado para participar en el proyecto. La mente de Jake y de varios científicos es trasladada a los cuerpos artificiales de unos Na'vi creados genéticamente (avatares) para facilitar la comunicación con los indígenas. Jake en su objetivo de espía se enamora de Neytiri, asume conciencia de lo maravillosa que es la cultura Na'vi y de que ellos jamás renunciarán a su territorio, a la música de la selva, a la armonía de las especies; entonces decide sumarse a la resistencia social, una auténtica rebelión de las especies para enfrentar a los extractivistas postmodernos.
 
Esta es la parodia entre Avatar la película de James Cámeron y la resistencia – cada vez más globalizada - a la explotación de petróleo en el Yasuní, como parte de la estrategia de defensa de una de las zonas más sorprendentes de biodiversidad del planeta. Avatar, la obra maestra de la ciencia ficción, fue exhibida en los principales cines del mundo, el mismo día en que la cumbre de los grandes contaminadores en Copenhague, enfrió las expectativas de los defensores de la naturaleza, con tibias declaraciones para enfrentar el calentamiento global.
 
Sectores ambientalistas aún tenían esperanza de que los depredadores transnacionales responderían positivamente a la “Propuesta Yasuní” para mantener el crudo del ITT en tierra, a cambio de un aporte al Ecuador de U$ 350 millones anuales. Imaginémonos a Neytiri intentando convencer al coronel Quaritch, o a Omatuki[6] persuadiendo a Rafael Correa. Al final queda más claro lo que siempre estuvo claro, que esa propuesta aunque novedosa e interesante, publicitada como suya por el gobierno de Correa, fue utilizada como un instrumento de distracción y engaño. Dijo el Presidente: si hasta octubre de 2009, no hay una respuesta de las grandes potencias, nos veremos obligados a explotar el crudo del ITT, “no podemos vivir pobres sentados sobre un saco de riqueza”.
 
El proyecto de explotación del ITT jamás fue suspendido en Petroecuador, por el contrario, como consta en las actas de varias reuniones del directorio de la estatal, es el propio Presidente Correa quien avala y exige se dé continuidad a los estudios y a las relaciones con las compañías oferentes. En todos los escenarios la opción de “mantener el crudo en tierra” siempre estuvo subordinada a la respuesta que diera la comunidad internacional. Los supuestos principios ambientalistas del régimen fueron expuestos al hacha de los depredadores.
 
Es más, en el directorio de Petroecuador de mayo de 2008, y en los estudios oficiales de la empresa estatal, se analizó y acordó impulsar el proyecto de explotación temprana del área norte (Tiputini), conjuntamente con el desarrollo del campo Pañacocha a cargo de Petroamazonas. Se trata de utilizar el crudo liviano de Pañacocha como diluyente para transportar el crudo de Tiputini a través de las facilidades del Bloque 15 – Edén Yuturi. Así las cosas, el ITT perdió una T, se convirtió en IT. En una segunda fase se contempla el desarrollo de Ishpingo - Tambococha, conjuntamente con el bloque 31. En todas estas decisiones participó activamente el Presidente Rafael Correa.
 
Los extractivistas del siglo 21 sabían que la “Propuesta Yasuní” no pasaría de ser una quimera ecologista, frente a un sistema desquiciado que antepone el capital a los derechos de la naturaleza y de los pueblos.
 
El régimen correísta tenía alternativas propias, que dependían de su sola decisión para convertir al Ecuador en un ejemplo de resistencia al extractivismo y posicionar un emblemático sello ambientalista, para enfrentar el calentamiento global. No tenía que recurrir al desdén de los contaminadores. Si requería  U$ 350 millones anuales, podía resolver el pedido de caducidad del campo Palo Azul con Petrobrás y el grupo Isaías, que le hubiese significado al país un ingreso adicional de U$ 340 millones anuales, aproximadamente. Por el contrario, Correa dispuso la suspensión de la caducidad, ratificó el fraude de campo compartido y se renovó el contrató en peores condiciones que el anterior. También podía y puede aún no renovar el contrato del bloque 16 con Repsol-Ypf, que vence a inicios del 2012, y contar con 45 mil barriles de petróleo diarios, equivalentes a U$ 800 millones anuales, aproximadamente. Todo lo contrario, Correa se adelantó a renovar por casi 7 años adicionales, uno de los contratos más lesivos del país, y de yapa concedió 4 años de plazo para que la petrolera española devuelva al Estado U$ 450 millones que se retuvo ilegalmente por compensaciones establecidas en la Ley 42.


Reducción y exterminio
 
Desde hace siglos los habitantes de la selva amazónica han sido desplazados y sacrificados: primero por la voracidad del caucho, luego del petróleo, y de todo bien natural que pueda ser convertido en negocio. “En 1492 Abya Yala (América) tenía más de dos mil pueblos indígenas y su población sobrepasaba los 70 millones de habitantes. Cinco siglos después apenas sobreviven menos de cuatrocientos grupos étnicos, con una población de 2.3 millones de habitantes, aproximadamente. Solo en el siglo veinte desaparecieron más de 90 etnias. Un pedazo de humanidad diezmada por el sarampión, la gripe, el caucho, la pobreza, los trabajos forzados, el petróleo, minería, el genocidio, la indiferencia.[7]”
 
Antes del ingreso de los tractores y de las torres de perforación, siempre se adelantó la colonización mental. En Ecuador, con la Biblia por delante, el Instituto Lingüístico de Verano (ILV [8]) hizo el trabajo hasta la década del ochenta del siglo veinte, ahora lo hacen neo desarrollistas guiados por tanquetas lanza balas, lanza bombas, lanza engaños. Recuerdos sobran en Dayuma y Morona Santiago. Así, durante décadas y siglos condujeron a los indígenas a reservas para luego convertirlos en fantasmas errantes “avatares”, lejos de la onka, su mundo mágico y milenario. Los conquistadores suelen decir: “por si acaso, a una buena oración le debe acompañar un buen garrote”.    
 
El proyecto ITT
 
El ITT, es uno de los grandes proyectos codiciados por las transnacionales de todo color y origen, no solamente por el volumen de reservas comercialmente explotables (900 millones de barriles de crudo de 14.7° API), sino esencialmente por encontrarse en el corazón del Parque Nacional Yasuní, un área que le permitiría a las empresas concesionarias y a sus estados protectores, acceder al control de significativos recursos de biodiversidad, a una de las principales reservas de agua dulce del planeta; y, además a mantener una gravitante presencia en la zona de disputa geoestratégica y de implementación del proyecto IIRSA y su componente ecuatoriano el Eje Multimodal Manta-Manaos-Belem.
 
La propuesta de mantener el crudo en tierra, busca esencialmente proteger la existencia de los últimos clanes no contactados del planeta, los Tagaeri y Taromenae, que se desplazan en la llamada zona intangible, al límite del Parque Yasuní; además “evitaría la emisión de 407 millones de toneladas métricas de CO2. Más todavía, evitaría los efectos de la deforestación y contaminación causada por la explotación petrolera, que acarrearía la afectación de un ecosistema constituido desde 1979 como Parque Nacional y declarado por la UNESCO como Reserva Mundial de la Biosfera en 1989. Las reservas del ITT se encuentran bajo una de las áreas de mayor biodiversidad del Planeta, que alberga no menos de 165 especies de mamíferos, 110 de anfibios, 72 de reptiles, 630 de aves, 1.130 de árboles y 280 de lianas, sin contar con innumerables especies de invertebrados todavía no estudiados.[9]”
 
El interés central en la explotación del ITT proviene de Pekín, Brasilia, Caracas y demás socios de las llamadas BRICs[10] (Brasil, Rusia, India (Irán), China y Singapur). Justamente, la única oferta en firme es el convenio suscrito, entre Petroecuador con Petrobrás, Sinopec de China y Enap de Chile.
 
El ITT y la refinería Eloy Alfaro
 
El gobierno de la revolución ciudadana, no ha limitado esfuerzos ni recursos económicos para publicitar simultáneamente los dos mega proyectos: el primero, “mantener el petróleo en tierra” creando grupos multidisciplinarios que operan a nivel nacional e internacional, levantando conciertos musicales, eventos de alto nivel, y en conmovedores spots televisivos donde se posiciona a los indígenas Tagaeri Taromenane, como uno de los grandes objetivos a proteger. Segundo, se viene invirtiendo más de U$ 200 millones en estudios para la nueva refinería Eloy Alfaro: grupos especializados de Ecuador, Venezuela, Corea y otros países, trabajan en el proceso, considerado como el proyecto estrella de la “hermandad bolivariana”. Incluso en los medios de comunicación se difunden los dos productos publicitarios juntos. O lo uno o lo otro, promocionar los dos proyectos es un contrasentido que raya en el engaño y en la burla al sentido común de los ecuatorianos. Veamos por qué.
 
Se promociona la nueva refinería como el proyecto que aseguraría la soberanía energética ecuatoriana. El país dejará de ser importador de derivados y se convertirá en exportador, se dice. Los justificativos son precisos y ciertos: enfrentar y reducir el peso de cerca de 3 mil millones de dólares anuales que el estado destina a la importación de combustibles.
 
La refinería Eloy Alfaro será de propiedad de una empresa mixta entre Ecuador (51%) y Venezuela (49%). Está concebida para procesar crudos pesados, con una capacidad de 300 mil barriles diarios. Su costo ha ido variando desde 5 mil millones originales a U$ 12.500 millones a la fecha, cifra que podría incrementarse hasta en un 30%. Petroecuador debe financiar U$ 6.300 millones, que hasta la fecha no los ha ubicado, el resto lo hará Pdvsa de Venezuela, que tampoco asegura una fuente real de financiamiento. Pero, no será Pdvsa la que construya el mega proyecto, sino empresas especializadas, la más cercana la coreana SKS, que ya se encuentra trabajando los estudios.
 
De iniciarse la construcción el año 2011, la Refinería “Eloy Alfaro” podría iniciar su operación real a partir del año 2015, Ecuador contará para entonces con una capacidad instalada de 476 mil barriles día de refinación. 300 mil de la nueva planta y 176 mil de las tres refinerías de crudos medianos y livianos: Esmeraldas (110.000 B/D), Libertad (46.000 B/D) y CIS Complejo Industrial Shushufindi (20.000 B/D). Las plantas estatales no siempre funcionan al 100% de su capacidad, máximo lo hacen al 80 o 90%.
 
Reservas de petróleo
 
Las reservas de crudos livianos llegan a 1.400 millones de barriles, que a un promedio de explotación de 65 millones de barriles por año, aseguran un horizonte de 20 años. Luego de cinco años, cuando inicie sus operaciones la refinería Eloy Alfaro, las reservas de crudos livianos se habrán reducido a 1070 millones, aproximadamente. Este petróleo es para las refinerías estatales, no para la nueva planta.
 
Las reservas de crudo pesado, de los bloques y campos en producción, son del orden de 600 millones de barriles, incluyendo el crudo de Petroamazonas. Luego de cinco años, con un promedio anual de producción de 90 millones de barriles, éstas se reducirán a 150 millones de barriles. En el supuesto de que se modifique el tipo de contrato y se pase a un modelo de servicios en que todo el crudo le pertenezca al estado, se podrá contar a partir del 2015 con 150 millones de barriles como aporte real para la nueva refinería. Lo cual representa una cuota segura de petróleo para menos de tres años, considerando un aporte diario de 150 mil barriles, apenas el 50% de la capacidad de la planta.
 
Incluso en el hipotético escenario de existir algún éxito en la aplicación de la tecnología experimental "HTL-Heavy to Light", de la compañía Ivanhoe, para el mejoramiento del crudo extra pesado del campo Pungarayacu, y considerando el estimado optimista de 300 millones de barriles de reservas, se garantizaría petróleo máximo para 8 años. La vida útil de una refinería debe superar los 50 años.
 
Si se explota el ITT a partir del 2015 se puede contar además de los 150 millones de barriles de los contratos actuales, con 900 millones de barriles, un total de 1050 millones.  Con un aporte diario aproximado de 150 mil barriles las reservas se proyectarían para unos 18 años, aproximadamente. Las cifras demuestran que sin la explotación del ITT no se justifica la refinería Eloy Alfaro, como una obra que responda al interés del Ecuador. ¿Por qué el Presidente Correa no dijo esa verdad a los ecuatorianos y tuvo a un sector de ciudadanos hipnotizados con su discurso ambientalista?
 
A quien si le resulta estratégico el proyecto es a Venezuela, que cuenta con una de las mayores reservas de petróleo pesado y extra pesado del mundo, en la faja del Orinoco, un volumen superior a 1 billón 300 mil millones de barriles in-situ, de los cuales más de 400 mil millones han sido ya probadas. Es decir contaría con petróleo para más de 100 años. Además, como expresa José Ramón Arias, gerente de PDVSA ECUADOR, la refinería del Pacífico en Manabí es estratégica para los intereses venezolanos de comercializar derivados con China y demás países asiáticos.
 
El sueño de los socialistas del siglo 21 de dejar de ser importadores de derivados para convertirnos en exportadores, se habrá transformado en la pesadilla de tener que importar petróleo caro para procesarlo en la nueva refinería; o lo peor, vernos obligados a arrendar nuestro 51% a Pdvsa, o privatizarlo, como ha sido nuestro destino: los pueblos asumen las pérdidas y las transnacionales las ganancias.


Alternativa viable
 
Convencidos de que a mayor valor agregado, mayor crecimiento económico y por ende menor dependencia, Ecuador debió hace años modernizar y ampliar su sistema de refinación para alcanzar una real soberanía y autosuficiencia energética, liberándose de los intermediarios. De acuerdo a como está organizado el sistema de transporte de crudo, buscando menores impactos ambientales y optimización de recursos económicos, se debió optar por construir una nueva refinería para 100 o 120 mil barriles día, incluyendo petroquímica, junto a la refinería Esmeraldas, una zona ya impactada, además, allí llegan los dos oleoductos con la materia prima (SOTE y OCP). De esa forma se hubiese facilitado la optimización de la propia refinería, garantizado que casi el 50% de residuo generado por la planta pueda ser reprocesado en la nueva refinería, ahorrándole al Estado enormes recursos por la importación de diluyente (cutter stock), ampliando la ya existente infraestructura de almacenamiento de gas en tierra, utilizando por primera vez en más de 30 años un terminal gasífero que fue abandonado. Una obra de esta magnitud, no superaba los 3 mil millones de dólares; pero, hubiésemos construido un proyecto pensando en los ecuatorianos.
 
Ahora se edificará una refinería por un costo superior a los 12 mil 500 millones de dólares, que amenaza con destruir la reserva de Pacoche en El Aromo, y de paso aumenta los riesgos a una de las últimas reservas de biodiversidad del planeta: el Yasuní. Y lo peor, para que el beneficio principal sea de otros. ¿Cómo entender que se construya la refinería en la Provincia de Manabí, si los oleoductos con la materia prima llegan a la Provincia de Esmeraldas, y la planta de almacenamiento de gas se construya en la Provincia de Santa Elena? Esto nos induce a pensar que los estudios se elaboran en algún hospital siquiátrico, pero no, lo hacen personas con sutil cordura empresarial, “gente de negocios”, para quienes el país no pasa de ser un simple ordenador de cuentas. 
 
Socializar las pérdidas y privatizar las ganancias
 
En épocas de crudos pesados y extra pesados se requieren refinerías de alta conversión y rigurosos controles ambientales, que representan enormes costos económicos; por ello es que desde la década del setenta ni EEUU ni ninguna otra potencia europea hayan construido refinerías; las transnacionales petroleras vendieron como nuevas refinerías viejas que tenían en Europa y Estados Unidos. La mayoría estaban quebradas o eran técnicamente obsoletas.
 
Según las cifras de los centros del gran capital, en estos tiempos no es buen negocio privado construir refinerías y explorar nuevas reservas de crudos pesados, esa tarea le corresponde a los estados. El negocio de los grandes traders es la compra venta de crudo y derivados, lo que hace Trafigura, Glencore, Taurus, Petrochina, etc. Una vez que las refinerías estén operando y sus inversiones hayan sido amortizadas por el pueblo, volverá el tiempo de las privatizaciones. Ese ha sido el círculo perverso de nuestra historia: socializar las pérdidas y privatizar las ganancias.
 
En efecto, según Petroleum Review, las grandes compañías petroleras no están invirtiendo ni en exploración ni en la construcción de nuevas refinerías porque, sencillamente -a juicio de estas compañías- las inversiones que hoy se hagan en esos campos jamás se recuperarán. El Fondo Monetario Internacional y la Agencia Internacional de Energía han exigido que la construcción de nuevas refinerías corra por cuenta de la OPEP.
 
Para el criterio del investigador venezolano Pablo Hernández Parra: “El negocio para el capital petrolero internacional en este aspecto es perfectamente claro, no tienen que arriesgar su capital; no tienen que pagar los costos ambientales que significan construir y mantener una nueva refinería y se garantiza el abastecimiento de gasolina y derivados. Toda la algarabía de PDVSA sobre la urgencia de construir nuevas refinerías, o repotenciar algunas en América Latina, obedece a un doble propósito: por un lado, es una imposición del capital petrolero internacional a PDVSA y, por el otro, se le abre a la boliburguesia venezolana el gran negocio vía empresas mixtas para colocar petróleo y capital fuera del alcance del Fisco Venezolano…”
 
La rebelión de las especies
 
Fracasada la posibilidad de que los indígenas Na´vi, los ancestrales habitantes de la selva-yasuní: los clanes descendientes de los wao, muevan los pies de Pandora, dejando libre el espacio a los taladros; el poder ha dispuesto el asalto militar del gran árbol, la explotación del ITT, la construcción de la nueva refinería. Al margen del sello hollywoodense que imprime Avatar, en Ecuador no necesitamos ex marinos, menos aún norteamericanos arrepentidos, para señalarnos el camino de la liberación; suficiente con nuestras Neytiris y Omatukis, organizando la resistencia, ellas convocarán a la inteligencia de la naturaleza, a todas sus especies. El canto llegará a los oídos mayores de Dolores Cacuango, Kemperi, de los Kichua, Shuar, Achuar, Épera, Stáchila, Secoya, Siona, de los afro descendientes, de los mestizos conscientes, de los obreros, campesinos, científicos, profesionales, estudiantes, mujeres, hombres, niños, jóvenes. Será un concierto de la biodiversidad, de la diversidad social, una verdadera rebelión de las especies, dispuesta a todo por defender el árbol de la vida, hasta a clavar la flecha comunitaria, la cerbatana milenaria en el corazón del coronel Quaritch


[1] Parque Nacional Yasuní: una de los últimos espacios de biodiversidad más sorprendentes del planeta, ubicado en la cuenca amazónica ecuatoriana.

[2] Doroboro, nombre del río Napo en lengua waorani

[3] Tagaeri y Taromenane, dos clanes del pueblo Waorani que se resisten a ser contactados y se movilizan en el límite del Parque Nacional Yasuní, en la llamada zona intangible.

[4] Co-huori: expresión en lengua waorani, para referirse a los extraños, caníbales, los que no son wao.

[5] ITT: tren estructural Ishpingo, Tambococha, Tiputini, con una reserva de crudo pesado (14º API) de 900 millones de barriles.

[6] Omatuki: joven tagaeri raptada por el wao Babe en la zona del Tigüino.

[7] El Discreto Encanto de la Revolución Ciudadana : Amazonía sin mitos.

[8] ILV, Instituto Lingüístico Verano, organización evangélica norteamericana que lideró el desplazamiento de pueblos en la Amazonía ecuatoriana, para permitir el ingreso de las transnacionales petroleras.

[9] Documento de propuesta yasuní: Alberto Acosta y organizaciones ambientalistas.

[10] Los teóricos del socialismo del siglo 21 intentan justificar el enganche ecuatoriano a las economías “capitalistas lastre”, por el “sorprendente crecimiento” de la economía china, rusa, india y brasilera. Sin embargo parece habérseles olvidado dos aspectos: primero, que esas economías, especialmente la china, expresan un proceso salvaje de acumulación originaria de capital que la humanidad ya lo vivió hace siglos; y segundo, que del “socialismo chino y ruso”, apenas queda en los mausoleos el recuerdo de Mao y Lenin. Solo para peregrinos intelectuales multipolares, que hilvanan metáforas políticas en el “Bar Carrión [10]”, las llamadas BRICs [10] serían una alternativa de desarrollo e independencia frente a la hegemonía norteamericana. Hay gente que quiere vivir sin amos, y otra que solo aspira a cambiarlos, o lo que es parecido, zafarse de la bota yanqui para sucumbir con la patada china.

Quito, enero 2010




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Entre el Yasuní y el extractivismo del siglo 21



Por: Fernando Villavicencio Valencia
fevillavi@yahoo.es

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